En nuestra cultura carecemos de un vehículo
para comunicar a las personas significativas nuestra gratitud por su
existencia, e incluso cuando nos sentimos impulsados a hacerlo, nos avergonzamos.
Os propongo el siguiente ejercicio para que no tengáis excusa para expresar
gratitud:
Escoge a una persona importante de su pasado
que haya marcado una gran diferencia positiva en tu vida y a la que nunca ha
expresado su agradecimiento por completo. (No confundas esta elección con un
amor romántico reciente o con la posibilidad de beneficios futuros). Escribe un
testimonio lo suficientemente largo como para llenar una página. Tómate su
tiempo para redactarlo. Invita a esa persona a su casa, o viaje donde ella
vive. Es importante que lo expreses cara a cara, no por escrito o por teléfono.
No informes previamente a la persona del propósito de tu visita; un sencillo
“quiero verte” bastará. El vino y el queso no son importantes, pero lleva una
versión plastificada de tu discurso como regalo. Cuando llegue el momento
adecuado, lee tu testimonio lentamente, de forma expresiva y manteniendo el contacto visual con la otra
persona. Luego deja que ésta responda sin prisas. Recordad juntos los
acontecimientos concretos por los cuales esa persona es importante para ti.
Comprueba los resultados por ti mismo
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