Sabemos por numerosas pruebas y
por experiencia propia que cuando una persona se encuentra deprimida, le
resulta mucho más sencillo tener recuerdos tristes que felices. Las inyecciones
que aumentan el nivel de adrenalina generan temor y ansiedad, porque orientan
la interpretación de sucesos inocuos hacia el peligro y la pérdida. Los vómitos
y náuseas generan aversiones hacia el sabor de lo que se ha ingerido antes de
que apareciese el trastorno gástrico, aunque sepamos que no fue lo que comimos
sino la existencia de un virus.

Existen gran cantidad de
pruebas que confirman esta perspectiva. Los pensamientos de las personas con
depresión están dominados por interpretaciones negativas del pasado, futuro y
de las propias aptitudes, y aprender a luchar contra dichas interpretaciones negativas
alivia la depresión casi tanto como los fármacos antidepresivos, e incluso
evitan en mayor medida recaídas y reapariciones. Las personas que sufren
trastorno de ansiedad malinterpretan catastróficamente sensaciones corporales
como los latidos acelerados del corazón, o la falta de aliento como presagio de
un ataque cardíaco o derrame cerebral. El trastorno puede mejorar enseñando a
las personas que no son más que síntomas de ansiedad, no una enfermedad real.

No trato de dar una solución
global, tan solo parcial.
Parte de nuestra vida emocional
es instantánea y reactiva. El placer sexual y el éxtasis, son emociones del aquí
y ahora que necesitan muy poco pensamiento para desencadenarse. Una ducha
caliente cuando estamos sucios hace que nos sintamos estupendamente; no hace
falta pensar “me estoy quitando la suciedad” para experimentar placer. Por el
contrario todas las emociones relacionadas con el pasado está completamente
guidas por el pensamiento y la interpretación:
·
Adolfo
y Mónica están divorciados. Siempre que Mónica oye el nombre de Adolfo, lo
primero que recuerda es que la traicionó y todavía se enfurece… quince años
después de lo ocurrido.
·
Cuando
Mohamed, refugiado palestino que vive en Jordania, piensa en Israel, recuerda
el olivar del que era propietario y que ahora está ocupado por los judíos. Siente
amargura y odio.
·
Cuando
Liz analiza su larga vida se siente serena, orgullosa y en paz consigo misma. Siente
que superó los problemas a los que se enfrentó por nacer mujer, negra y pobre
en Los Ángeles, y que sacó el máximo provecho que pudo.

Hemos de olvidad las viejas teorías de que el pasado determina el futuro. Podemos modificar recuerdos de manera voluntaria mediante técnica psicológicas científicamente validadas. Os daré buena cuenta de ellas en próximas entradas.
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