Observando un cambio tan brusco en la vida de una persona como el que produce la esquizofrenia es muy difícil que quienes conviven con ella y la quieren no se vean afectados: los sentimientos que surgen son de todo tipo, muy intensos y a veces contradictorios. Pasar por ellos es inevitable y lo que debe intentarse es superarlos correctamente.
- Superar el miedo, la vergüenza, la desesperanza y la culpabilidad es imprescindible para poder ayudar a la recuperación del paciente y no aumentar los problemas en la familia.
- El miedo: ya no solo a lo que le estará pasando el paciente y a lo que no se pueda recuperar, sino a que pueda hacerse daño a él mismo o a otros (debido a las conductas bruscas y sorprendentes que muchas veces se dan) o a que otros miembros de la familia se vean afectados. Las reacciones defensivas, propias de quien tiene miedo suelen generar más tensión que a su vez perjudican a todos, especialmente al paciente.
- La vergüenza: las enfermedades mentales acarrean una imagen social desfavorable y quienes las padecen y sus allegados tratan de mantenerlas ocultas para no verse afectados por ese estigma. Esto puede acarrear una negación de la enfermedad y un aislamiento que es justo lo contrario de lo que le conviene al paciente para su tratamiento y recuperación.
- La desesperanza: cuando, pese al tratamiento, se comprueba que los problemas persisten, suele perderse toda esperanza y confianza en las recomendaciones de amigos y profesionales, pero arrojar la toalla suele tener consecuencias nefastas para todos. Ajustar las expectativas de mejoría y aprender a aceptar los pequeños cambios puede ayudar a mantener la confianza.
- La culpabilidad: afortunadamente, tal y como aconsejan los conocimientos actuales sobre esquizofrenia, cada vez son menos los profesionales que culpan a la familia y a las madres. La angustia que generaba pensarse culpable de una enfermedad tan grave se añadía a la falta de estrategias para mejorar las cosas que los profesionales que así pensaban no sabían dar a madres y otros familiares.
Una ayuda inestimable para ayudar a los familiares a superar estas sensaciones es la de los profesionales (cuya actitud fundamental debe ser la empatía) y la de otros familiares organizados en los denominados Grupos de Autoayuda. La información adecuada, precoz y al hilo de cada problema, por parte de los profesionales suele ser la mejor metodología para ayudar a los familiares.
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