Una influencia
poderosa, a la hora de alejarnos del proceso de “permanecer plenamente en el
presente” en cada momento, es nuestra tendencia automática a juzgar nuestra
experiencia como inadecuada en algún sentido: es decir, que eso no debería
estar sucediendo, que no es lo bastante bueno, que no es lo esperado o querido.
Tales juicios pueden conducir a secuencias de pensamientos referentes a la
culpa, que necesitan ser modificados, o referidos a cómo podrían, o debieran, ser
las cosas de distintas. A menudo, estos pensamientos nos llevarán, bastante automáticamente,
por algunos senderos completamente trillados en nuestras mentes. En este
sentido, podemos perder la consciencia del momento, así como la libertad de elegir
qué
acción, si fuera el caso, necesita emprenderse.
Podemos recobrar nuestra
libertad si, como primer paso, reconocemos simplemente la realidad de nuestra
situación, sin engancharnos inmediatamente en la tendencia automática de
juzgar, resolver o querer que las cosas sean de un modo diferente. El ejercicio
de la exploración corporal suministra una oportunidad para practicar,
simplemente, el proceso de traer una consciencia interesada y amigable al modo
en el que son las cosas en cada momento, sin la necesidad de hacer algo para
cambiarlas. No hay una meta a conseguir más que traer la consciencia tal como
sugiero en las sesiones: lograr específicamente algún estado especial de
relajación no es la meta del ejercicio.
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